​Buscando a Dory: 13 años después de Nemo
​Buscando a Dory: 13 años después de Nemo

Trece años después del estreno de la exitosa cinta de animación “Buscando a Nemo” los estudios Pixar y Walt Disney Pictures nos entregan una nueva aventura marina que vuelve sobre personajes y ciertas situaciones de aquella memorable película. No obstante, “Buscando a Dory” (Finding Dory) logra respirar con una fluidez propia y no se percibe exactamente como una secuela, tardía en todo caso.

Lo más curioso es que si bien ha transcurrido más de una década entre una realización y otra, muy poco tiempo ha pasado en la vida de los habitantes del fondo del mar. En esta dinámica aventura dirigida por Andrew Stanton y Angus MacLane, Nemo y Marlin son personajes de apoyo, y el protagonismo corre a cargo de Dory, la divertida pez azul con un severo problema de memoria de corto plazo, que era justamente secundaria en el filme previo. Los roles simplemente han cambiado.

Desde que se separó de sus padres, Dory ha tratado de llevar una existencia normal junto a Marlin y Nemo en el arrecife. Sin embargo, de manera repentina llegan a su cabeza unos lejanos recuerdos de su infancia. Al recordar ciertos detalles de la vida con su familia, la olvidadiza pez azul decidirá emprender un viaje en busca de sus seres queridos. El problema es que su entrecortada memoria no facilitará su labor.

Dory seguirá la pista de esos recuperados recuerdos, iniciando un largo periplo. El destino y las agitadas aguas la conducirán hasta el Instituto de Biología Marina de California, centro dedicado a la rehabilitación de la vida oceánica. Allí, la protagonista cruzará su camino con variopintos personajes, entre los que figuran la ballena blanca Bailey, la tiburón Destiny y el gracioso y muy solidario pulpo Hank. Nuevos compañeros de peripecias que la ayudarán a ubicar a sus progenitores.

AL RITMO DE DORY. Sobre el papel, la fórmula es más o menos la misma de “Buscando a Nemo”. La gracia ahora es que el ritmo de la película sigue el andar disfuncional de Dory, perdida en sus recuerdos y guiada a la vez por las fugaces apariciones de su frágil memoria, que le inyectan la fuerza suficiente para no desmayar en su recorrido y sumergirse de pasada en diversos contratiempos. Sobre todo tras conocer al pulpo Hank, cuya habilidad para mimetizarse a su antojo lo convierte en un personaje muy cómico e inolvidable. Le servirá, además, de gran ayuda a Dory a la hora de sortear los mayores obstáculos.

Marlin y Nemo, a su turno, siguen la trayectoria de Dory, a la que creen totalmente extraviada. Hecho que incrementa, sin duda, el interés de la aventura y genera igualmente otras situaciones humorísticas, especialmente cuando ambos peces se topan con un par de focas que descansan placidamente sobre unas rocas y no tienen escrúpulos para fastidiar a una tercera congénere con una evidente apariencia de torpeza.

Stanton y MacLane consiguen finalmente darle unos acertados giros a su relato en el último tramo, principalmente en la agitada secuencia en la que el pulpo Hank debe conducir prácticamente a ciegas un vehículo por la carretera. La mecánica de búsqueda y persecución se consuma en un agradable divertimento.

Antes de la proyección de “Buscando a Dory”, en todas las salas, no se vayan a perder el cortometraje animado “Piper”, que cuenta las breves correrías de una pequeña ave que intenta superar su temor al mar. Una joyita.

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