Es el momento de comenzar a pensar en una solución urgente y dentro de la legalidad ante la grave situación en que se encuentra el Ministerio Público, pues la politización, la formación de bandos dispuestos a pelearse casi a punta de chaveta y los intereses subalternos ajenos a la función que asigna la Constitución a dicha institución encargada, en líneas generales, de perseguir e investigar el delito, nos han estallado en la cara a todos los peruanos.

A estas alturas queda claro que ni Patricia Benavides, ni Zoraida Ávalos ni Pablo Sánchez pueden seguir cumpliendo funciones de fiscales supremos, y que el actual encargado del Ministerio Público, Juan Villena, no ha mostrado hasta ahora el temple y la autonomía suficiente como para poner orden en una institución donde se ha perdido hasta la disciplina y el respeto al superior, como cuando magistrados de segundo o tercer nivel pedían públicamente la salida de en su momento fiscales de la Nación.

La llamada a renovar la Junta de Fiscales Supremos, que tendría que elegir a uno de sus integrantes como nuevo fiscal de la Nación, es la Junta Nacional de Justicia (JNJ). Sin embargo, la credibilidad de esta institución también politizada y parcializada está por los suelos a pesar de que sus creadores la ofrecieron como la solución a los chanchullos del putrefacto Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), donde todo se compraba y se vendía, y ciertos políticos truchos hacían lo que les daba la gana.

Quedaría el Congreso, pero un Poder Legislativo copado por “mochasueldos”, “niños”, viajeritos, prontuariados dispuestos a negociar impunidad, enemigos de la libertad de expresión, agresores de mujeres, escuderos de un ladrón prófugo de la justicia, acolítos de un golpista, seguidores de cuentos de momias alienígenas y demás perlas… ¿será capaz de llevar adelante una reforma a fondo, eficiente y limpia como se necesita? Difícil, por no decir imposible.

Ideal sería que los cambios en el Ministerio Público se hagan internamente, comenzando por una necesaria purga de todos los implicados en esta absurda lucha por el poder. Tiene que haber fiscales con carreras impecables que hoy están en las instancias inferiores, con capacidad para tomar las riendas de una institución venida a menos y que en medio de sus disputas ha dado la espalda a los peruanos agobiados por la corrupción y la delincuencia, lacras que tendrían que ser combatidas por quienes han resultado un fiasco.