GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Podríamos decir que para el ser humano el presente es el momento exacto entre el pasado y el futuro. En medio, hay una pequeña línea de la vida que luego de un tiempo se convierte en historia y que servirá al ser humano como experiencia para el futuro.

Si identificamos a los eventos meteorológicos como causantes de variaciones sociales para bien o para mal, podemos trazar también un presente meteorológico que, luego de un tiempo, se convierte en climatología; esta nos servirá para nuestro futuro, mediante los denominados “pronósticos” o “escenarios meteorológicos”.

Mientras nuestra línea base sea más completa con información real, el futuro será menos incierto. Esa línea base es la información meteorológica actual que debemos tener de todo el país; esta, a su vez, la remitimos al mundo para ver el comportamiento global y luego retornarlo a nosotros para regionalizarlo de manera más exacta y llegar a tener un futuro mejor.

Lo difícil es que en meteorología tenemos datos históricos medidos en el mundo desde hace solo 180 años; recurriendo a otras ciencias matemáticas y naturales, hacemos de la climatología más amplia, pero no tan real. Esto hace que nuestros pronóstico y escenarios futuros no sean tan consistentes como queremos. Y si a esto le sumamos la regionalización para nuestro país, todo se hace aun más complicado.

Sin línea base, todo avance no tiene sustento, porque nunca sabremos con claridad cómo empezamos ni con quién compararnos. Por ello, debemos conocer nuestro pasado, lo que nos ayudará a defendernos o a beneficiarnos de los eventos meteorológicos que nos depara el futuro de nuestro maravilloso país.

TAGS RELACIONADOS