En estos días trágicos para el país todos nos indignamos de la sinvergüencería de personajes como Martín Vizcarra y Pilar Mazzetti, quienes siendo los rostros visibles de la mala gestión de la pandemia que nos cuesta miles de vidas, optaron por salvarse primero y aplicarse vacunas en secreto gracias al poder que felizmente ya no ostentan.

La indignación es total. Nos quejamos de ellos y en general de los corruptos, los sinvergüenzas, los egoístas, los que se burlan de la ley, los que sacan la vuelta a la norma. Pues bien, una manera positiva de demostrar que nosotros, ciudadanos de a pie, no somos como Vizcarra y compañía, es cumpliendo las disposiciones dadas para evitar los contagios.

Si nos vamos de fiesta COVID, a jugar fulbito, a beber en la bodega de la esquina con los amigos, a pasear al malecón o el parque en horas no permitidas, usamos la mascarilla como se nos antoja y no guardamos el distanciamiento social, ¿con qué cara criticamos a Vizcarra, Mazzetti y compañía? ¿Con qué cara decimos a nuestros hijos que nosotros sí respetamos la ley?

Para cambiar este país comencemos por casa y por nuestras actitudes personales y, de paso, evitemos más contagios.