El presidente Pedro Castillo inició su discurso ante el Congreso con propuestas interesantes y esperanzadoras, sin embargo, a medida que desarrollaba su mensaje prometía una retahíla de proyectos sin precisar de dónde saldrían los recursos para llevarlos a cabo. ¿Cómo se financiarán tantos ofrecimientos? Al final, apeló a la concertación al mismo tiempo que reiteraba la necesidad de una nueva Constitución, algo que generó aplausos y vivas a favor y también manifestaciones de rechazo y desaprobación en el Legislativo. Esto último graficó las serias complicaciones de polarización a la que conducirá el nuevo gobierno si insiste con la convocatoria a una asamblea constituyente.

Es cierto que un sector de peruanos quiere que se cambie la Constitución y está en todo su derecho, pero no se le puede contentar con demagogia y engaño. En lo inmediato no hay posibilidades que esto se concrete por la vía legal. Todo debe pasar por el Congreso y aquí la mayoría se opone a una nueva Carta Magna, sintonizando con la mayoría de ciudadanos del Perú.

Si antes muchos daban el beneficio de la duda a Castillo, luego de su primer mensaje hay mucha incertidumbre. No solo por lo que dice sino también por lo que hace. Por ejemplo, no ha sido capaz de definir al gabinete ministerial, algo que aumenta la sensación de improvisación de su gobierno.

Los peruanos necesitamos recuperar la confianza y para ello es importante que el presidente Castillo cumpla con una tarea insoslayable: defender y garantizar la democracia.