Capitis deminutio, o “disminución de la capacidad”, figura del Derecho Romano, que distinguía tres tipos: alta, media y baja, según se pierda libertad, ciudadanía y familia. Trasladando esta figura al Congreso, vemos que este se encuentra en un proceso de disminución de sus prerrogativas de intensidad media con proyección a alta, ante la latente posibilidad de su disolución.

El Legislativo está bajo fuego cruzado proveniente del Poder Ejecutivo y sectores del Poder Judicial. Hoy con acciones de amparo se paralizan procesos de elección al defensor del Pueblo y se amenaza con parar procesos de acusación constitucional apelando a organismos internacionales.

Cuando en el ejercicio de sus funciones, el Congreso invita a los ministros a informar, interpelar, o rechaza un proyecto de Ley, se le llama “Congreso obstruccionista”. Cuando se activa el proceso de vacancia es “golpista”. Cuando se rechaza una acusación constitucional contra algún alto funcionario, se “etiqueta” a la institución de “corrupta”, sin señalar a los congresistas responsables.

Se ha disminuido la inmunidad parlamentaria, dejando directamente en la Corte Suprema el juzgamiento de los congresistas por la probable comisión de delitos comunes, posibilitando denuncias por encono o razones de orden político. Vizcarra implementó una reforma política convocando a “notables”. Sus propuestas han devenido en incremento del déficit de representatividad. El actual Congreso solo representa al 30 % del universo electoral del país. Se facilita el transfuguismo solapado en razones de conciencia. Se ha prohibido la reelección inmediata, soslayando la experiencia y perjudicando los consensos mínimos necesarios. Se dio un golpe de Estado disolviendo el Congreso mediante una “denegación fáctica de confianza” del corrupto Vizcarra, lamentablemente convalidada por una facción ideologizada del anterior colegiado del TC.

No obstante, el Poder Legislativo sostiene la democracia. Debemos defenderlo y autodefenderse separando a “niños”, delincuentes y todo aquel que lo deshonre. Necesitamos un Legislativo fuerte para controlar y retirar del poder a los facinerosos del Palacio de Pizarro.