Su incapacidad para gobernar confirma su resentimiento, convirtiendo la realidad en su venganza, episodio que lamentablemente vive nuestro país. Las reglas de la democracia implican un mínimo de consenso entre los actores políticos. Tanto gobierno como oposición cumplen un rol que debe dar sustento al sistema. ¿Quién hace imposibles esos mínimos consensos?

El objetivo de un partido político es llegar al poder para desarrollar sus programas y proyectos en busca del bienestar general. Hacen una interpretación de la realidad aplicando una metodología de acuerdo a su ideología y convicciones, a partir de la cual dan soluciones a los problemas del país. Una vez en el poder, pueden ocurrir dos cosas; respetan la Constitución y la democracia aplicando con especialistas las mejores recetas para el desarrollo y bienestar sin alejarse totalmente de sus ideales partidarios; o se embarcan en la maldad de conquistar el poder absoluto, perpetuo, sin controles, en beneficio de cúpulas, amigos, allegados y demás especies, en perjuicio del pueblo que dicen hasta el hartazgo defender.

Próximo a cumplir 7 meses el gobierno del lápiz, no ha dado ninguna muestra de querer al país ni al pueblo. Generan inestabilidad, en lo mínimo exigible como designar ministros han acertado. Cuatro gabinetes, el último aún sin confianza del Congreso, también es fuente de inestabilidad. En su defensa el gobierno ensaya respuestas embusteras: Congreso obstruccionista, derecha golpista o malos perdedores. En lugar de trazar líneas de consenso y estabilidad, generan confrontación esbozando incluso factores raciales.

El lápiz ha delineado sus rasgos fuera de los límites de la Constitución, con su inoportuno planteamiento de una asamblea constituyente. Completando el esquema, maltratan y amenazan a los medios de comunicación, aun cuando algunos de estos ingenuamente apoyan al régimen, esperando en sus ingresos el mendrugo de la publicidad estatal.

Los partidos políticos representados en el Congreso tienen en sus manos impedir el avance del totalitarismo, mediante la figura constitucional de la vacancia. Las fuerzas políticas que no sumen a ello, deben ser evidenciadas como cómplices para recibir el rechazo del pueblo en las elecciones de octubre próximo.