El señor Castillo, ha jurado su encargo por una nueva Constitución y al final de su mensaje señaló que el Perú no puede estar “condenado a seguir prisionero” de la Constitución promulgada en 1993.

En medio de una grave crisis sanitaria, económica y política, con un país polarizado, con una legitimidad de origen nimia y una legalidad cuestionada por los indicios de fraude en su elección; el 28 de julio bicentenario era la oportunidad histórica para empezar apaciguar al país. Contradictoriamente prisionero de sus compromisos, nos somete a las profundidades de sus perversas intenciones camufladas en ignorancia, insistiendo en cambiar las reglas de juego a partir de una nueva Constitución. Apela para ello al populismo constitucional, es decir impregnar el texto constitucional de un catálogo de derechos provenientes de los sectores que califica excluidos, haciendo constituyentes a representantes de etnias, culturas originales, que tienen su origen en tradiciones o corrientes autóctonas como el ecologismo o indigenismo, asociaciones, gremios, etc., que de prosperar generarían una inflación de normas constitucionales y derechos subjetivos regularmente contradictorios y por tanto difíciles de aplicar.

El arreglo político con variados actores y diversos compromisos que se incorporan en una Constitución, son el principio de las discrepancias jurídicas que se presentan en las sociedades que las adoptan, generando un círculo vicioso inútil que hace imposible una constitución, de otro lado la excesiva subjetividad empodera a los interpretes constitucionales, ahí su preocupación en no cambiar a algunos magistrados del actual Tribunal Constitucional.

Han nombrado un primer ministro que como congresista no puede ser miembro de las Comisiones de Defensa e Inteligencia del Congreso por estar investigado por el delito de apología al terrorismo al manejar ambas comisiones información sensible sobre la particular, información a la que tendrá acceso en su condición de premier en claro desafío al Congreso y al país.

Las palabras respeto a la propiedad y no expropiación, suenan a “Cerrón ni de potero”. Como resultado hoy el dólar supera los 4 soles y el riesgo país se dispara destruyendo en horas lo que años construyeron los peruanos. ¡Despierta Perú!