Lo sucedido el miércoles último en Ecuador debe servir para de una vez salir a enfrentar al crimen organizado que lo tenemos acá en nuestras narices operando desde el narcotráfico que mueve droga en contenedores, la extorsión que deja granadas en las puertas de locales comerciales, la minería ilegal que se ha adueñado de la sierra de La Libertad, los préstamos “gota a gota” y la trata de personas que hace que acá nomás, en el Cercado de Lima y Lince, se agarren a balazos y maten a personas en plena calle.

Lamentablemente, en los últimos años las autoridades peruanas no han estado a la altura del inmenso reto de poner freno a estas lacras, que han ido avanzando poco a poco en delitos que se han incrementado con la llegada masiva de migrantes desde Venezuela, país de donde ha arribado gente honesta y trabajadora, pero también sanguinarios delincuentes como esos que caen con armas y droga, pero que más tarde son liberados por jueces y fiscales que en la práctica se convierten en sus cómplices.

Poner por estos días más policías en la frontera norte está muy bien, pero si nos quedamos en eso, no vamos a ningún lado. El problema es más de fondo, está en instituciones que hacen agua en la lucha contra la criminalidad. Tenemos un Poder Ejecutivo que cree que con el Ejército en las calles se combaten las extorsiones que vienen desde las cárceles y que ve cómo le roban las armas a policías que se quedan dormidos, o un sistema de justicia que deja libres a delincuentes como los de “El búnker de Pachacamac”.

El asunto de las cárceles es un problema aparte. Aún no están como en Ecuador, pero poco nos falta. Lo que sí es un hecho es que desde dentro de los penales se siguen cometiendo muchos delitos a pesar de los eternos anuncios de los bloqueadores de señales de teléfonos celulares. El hacinamiento es un tema latente, pero pocos gobiernos han tenido la iniciativa de construir penales donde realmente se haga valer el principio de autoridad. Hoy reina la paz, no hay motines hace años, pero eso podría cambiar de un momento a otro.

Ayer el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, ha dicho que en su país se acabaron los “gobiernos tibios”, algo que también deberíamos escuchar acá en el Perú, si es que realmente se quiere poner límite al avance del crimen organizado. No esperemos a que el hampa tome un canal de televisión o una universidad para actuar con energía y decisión. La alerta esta dada con lo visto en el vecino país del norte. Después, no se hagan los sorprendidos.

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