Mas allá de la exigencia de sectores, para que los órganos del Estado encargados de administrar justicia, lo hagan en casos como los que se sigue contra K. Fujimori, y contra la familia del fallecido Alan García, se percibe un afán de ajusticiamiento, odio en contra de los nombrados y aquello que se les vincule, la muerte y la perdida de libertad, propician regocijo y algarabía, sabemos que el odio pervierte y destruye.

Ese odio direccionado no es un objetivo en sí mismo, es parte de una estrategia antidemocrática que busca que poderes no elegidos permanezcan ejerciéndolo, todo en política tiene un objetivo, pero básicamente se contraponen ideas, la politiquería busca desaparecer al enemigo, así la política y la justicia se degradan y devienen en politiquería y ajusticiamiento respectivamente.

Estamos frente a un esquema perverso que conduce a la democracia a una grave crisis, cuyos indicios son, la desconfianza casi generalizada en los políticos, desconfianza en el sistema de administración de justicia ante fallos del Poder Judicial que no generan predictibilidad, un Tribunal Constitucional conformado en algunos casos por magistrados identificados más por sus posiciones ideológicas que por su fallos, haciéndolos previsibles en tanto se ordenen con el gobierno, un Ministerio Público mediático, que mide con distinta vara a los investigados, partidos políticos de oposición acusados de organizaciones criminales, sectores de la prensa dúctiles al gobierno, empresas corruptas operando, cobrando y licenciadas para demandar al Estado Peruano por montos millonarios, un gobierno que concentra más poder y a pesar de ello soslaya el respeto de la ley ante amenaza de la protesta violenta como ocurre en Tía María.

La mayor virtud de la democracia es que ofrece beneficios a largo plazo, como sostenía Churchill “la democracia es el peor sistema de gobierno exceptuando todos los demás que se han probado”, corresponde protegerla, no podemos permanecer inmóviles frente al hecho cierto que la democracia empieza a caer en lo contrario de sí misma, a ser una democracia nominal que se viene vaciando de contenido, ¿adónde nos conducirá ello? ¿existe acaso algún sistema mejor?

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