Es una verdadera lástima ver a tantos peruanos siendo maltratados por el gobierno del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que ahora exige visa a los compatriotas que quieren visitar dicho país por negocios o turismo solo porque este pobre señor no acepta que su protegido Pedro Castillo está preso por ladrón y golpista, y que guste o no, la asunción al poder de Dina Boluarte en su reemplazo tiene toda la legitimidad que otorga la Constitución del Perú.

Desde el lunes último, los peruanos debemos tramitar una visa para ir a México. Es una medida fuera de lugar que aplica el gobierno de México no por alguna cuestión técnica o de seguridad, sino por el malestar que genera en el mandatario de ese país que Castillo haya dejado el poder y que no le hayan permitido darle asilo como sí lo hace con la esposa y los hijos del golpista de Chota. ¿Recuerdan cuando López Obrador no quiso transferir al Perú la Presidencia de la Alianza del Pacífico?

Ayer hemos visto a muchos peruanos yendo a la embajada mexicana en Lima para gestionar la visa en medio de desorden, maltratos y problemas con el sistema digital. Todo un calvario generado para molestar e incomodar al peruano. Si duda el caballero se creyó el cuento que riega la izquierda peruana por el mundo, en el sentido de que el profesor no fue el golpista que todos vimos por televisión, sino que fue víctima de un “golpe congresal”. Un absurdo total

Qué culpa tienen las personas que desde hace tiempo tenían previsto un viaje familiar a Ciudad de México o Cancún, de que en ese país haya un mandatario obsesivo que insiste en defiende a un gobierno como el de Castillo, quien tuvo que ser echado luego de dar un golpe de Estado con la finalidad de asumir poderes absolutos al margen de la ley. Hasta Gustavo Petro y Gabriel Boric ya parecen haberse dado cuenta que hoy en el Perú, guste o no, hay un gobierno legítimo por más malo que sea.

Lo bueno de todo es que en los próximos meses habrá elecciones generales en México, y que en octubre López Obrador por fin se irá a su casa para el bien de su país sumido en graves problemas de violencia, y el de la región, que se habrá librado de un defensor de tiranías de izquierda y de un gran desestabilizador de democracias. A propósito, sería bueno saber qué va a pasar con la familia del golpista Castillo una vez que su protector se vaya al fin a sus cuarteles de invierno.

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