El verdadero poder lo deberían tener nuestros gobernantes, pero todos están cuestionados y eso les resta autoridad. Los últimos presidentes están en la cárcel o investigados. Hace pocos días la Comisión de Fiscalización del Congreso recomendó al Ministerio Público investigar a Alejandro Toledo por los delitos de lavado de activos y asociación ilícita. El actual Presidente también tiene problemas. La mayoría de peruanos tiene la sensación que Ollanta Humala sí tenía conocimiento del resguardo policial de la casa de Óscar López Meneses, exoperador montesinista.

Está claro que antes ocurrieron cosas peores, pero eso no puede inducirnos a ignorar lo muy malo que sucede ahora. Incluso, la falta de sanción drástica para lo peor que ocurrió antes no puede servirnos como unidad de medida para no exigir castigos en estos tiempos.

Sin embargo, no solo estos temas afectan a nuestros gobernantes, también carecen de credibilidad. Se dice que todas las cosas son difíciles cuando uno aparta los ojos de su meta, cuando se distrae con otros detalles. Esto sucede con nuestro Mandatario, quien no solo está cuestionado por lo del caso López Meneses, sino también porque no cumple con sus promesas y los electores ya no le creen.

En lugar de enfrentarse a los medios y hablar mal de las asociaciones empresariales, tiene que hablar de él, de sus obras y superarse a sí mismo para darle soluciones a la gente. En los últimos días gran parte de sus declaraciones políticas son agresiones, que se notan son un intento desesperado y vano para revertir su popularidad.