El día de ayer el actual ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, escribió en El Comercio una columna titulada “La agenda económica del 2022″ en la que atribuía el crecimiento de 13% del PBI en el 2021, en buena parte, a las medidas tomadas por el gobierno de Pedro Castillo.

¿Acaso dar cifras sin contexto no es desinformar? Es verdad que el PBI creció en 13% en el 2021, pero este número debe ser entendido en función del desplome que nuestra economía sufrió en el 2020. No es un crecimiento que se puede comparar con años prepandemia. Aún así, si el Perú ha crecido en el 2021, lo ha hecho a pesar del gobierno, no gracias a él.

Me pregunto, ¿en qué Perú vive Francke?: “Insistiremos en promover la inversión privada”, dice su columna. Pero nada sobre las medidas contradictorias -que en realidad desalientan la inversión privada- que su cartera impulsa. Un informe del Instituto Peruano de Economía (IPE) publicado ayer en el mismo diario, advierte que la inversión privada caerá 9% este año.

Resulta en vano que Francke intente pintar una imagen tan optimista de la realidad económica peruana. Un discurso así solo es sostenible por un tiempo determinado. Llegará un punto en el que las condiciones (el precio del cobre o el ‘rebote’ económico por la pandemia) dejen de ser favorables, y se podrá evaluar -sin endulzante- el verdadero impacto de las medidas económicas tomadas y planteadas por este gobierno.

Los méritos se reconocen cuando realmente existen, no cuando el contexto favorable facilita atribuírselos a un gobierno que ha hecho poco. Por ejemplo, vale la pena reconocer a este gobierno su éxito en la campaña de vacunación contra el coronavirus. Ahí se puede hablar de un logro. Pero ¿hablar de éxitos económicos? ¿atribuibles al gobierno de Pedro Castillo? Ni hablar.