En la tarde del sábado, un grupo de delincuentes armados que actúan bajo la fachada de hinchas de dos equipos de fútbol desataron una balacera en la zona de Nocheto, en el distrito de Santa Anita, hiriendo de bala a dos menores de edad y a dos adultos que se suman al número de víctimas de este tipo de violencia que no logra ser desterrada.

El fútbol peruano no será una fiesta y un lugar de encuentro para la familia y los amigos cada fin de semana, mientras haya hampones disfrazados de hinchas que andan por las calles con armas de fuego, siempre listos a enfrentarse por nada a grupos rivales, además de robar, saquear, apedrear vehículos y establecimientos o alterar el orden público.

Lo sucedido el sábado en la zona este de Lima es inaceptable y debe condenarse sin reservas, empezando por los clubes de fútbol que ya lo hicieron (bien por eso) y los buenos hinchas del fútbol que tienen que marcar distancia de los delincuentes y potenciales, a los que se debe castigar con todo el peso de la ley.

Y como siempre sucede en situaciones de este tipo, cabría preguntar dónde estuvo la Policía Nacional mientras se reportaba este enfrentamiento a balazos en Santa Anita.

Si no se enmienda el rumbo, no vamos a ninguna parte.