Hace algunos días el Gobierno de Estados Unidos mostró su deseo que la presidenta Dina Boluarte y el Congreso de la República concreten un acuerdo para el adelanto de las elecciones generales, tal como lo pide la mayoría de peruanos. Las presiones externas crecen luego de los sucesos de violencia en nuestro país. Incluso la ONU le ha pedido a nuestra mandataria, que en un plazo de 60 días, envíe información sobre las acciones gubernamentales frente a las protestas en el Perú.

Hoy el Parlamento inicia la segunda legislatura y uno de los primeros puntos a evaluar es la reconsideración que dejó en suspenso el llamado a nuevos comicios. Este poder del Estado tiene la gran oportunidad de ponerse a la altura de las expectativas de la gente y definir el tema del adelanto de las elecciones en estos momentos.

Está claro que las respuestas del Ejecutivo y Legislativo deben ser categóricas, pero más que por la intimidación de otros países u organismos internacionales tiene que decidir de acuerdo a su vocación democrática y el estado de Derecho.

En este contexto, el adelanto de elecciones es fundamental para descomprimir las tensiones en un país convulsionado, en el que los violentos quieren imponerse sembrando el terror. Un escenario electoral permitiría al Gobierno y Congreso resolver problemas internos y al mismo tiempo lograr legitimidad política.