Es singular que durante la presente semana el Congreso nuevamente y por tercera vez ha otorgado la confianza al gobierno, esta vez representado por el gabinete Torres. Lo ha hecho en medio de un proceso de vacancia en trámite  y una protesta organizada el mismo día que se debatía, exigiendo el cierre del Congreso. Era una “portátil” conformada por seguidores aparentemente de distintos lugares  del país, donde además se han observado camiones con parlantes, amplificadores, pancartas, con provisión de guarniciones, etc. Una bien lograda logística. La pregunta se cae de madura: ¿quién financia?.

El gobierno reclama diálogo y a la vez clava el puñal de la traición expresada en agresión y violencia en hechos concretos como el indicado anteriormente y un condenable ataque en el domicilio de la presidenta del Congreso. No son hechos aislados o casuales. Su narrativa es agresiva con todo aquel que no concuerde con ellos y más aún con quienes denuncian su corrupción.

Mensajes mendaces como: derecha golpista oligárquica que ha gobernado 200 años quiere vacarnos, no aceptan a un humilde campesino, a un profesor, nosotros somos del pueblo, etc. Son mensajes que van al subconsciente, apelando a las emociones, dejando de lado la verdad.

La estrategia del gobierno consiste en hacerse víctimas y hacer víctimas del sistema a quienes por distintas razones no han tenido mejores condiciones de desarrollo, desconociendo los avances en disminución de pobreza, redes viales, agua potable, energía eléctrica, disminución de desnutrición, etc., que millones de peruanos han tenido a lo largo de los últimos años.

Se niega la verdad a cambio de instalar en la realidad subjetiva de cada individuo un resentimiento -emociones- que va generando mayor rechazo y odio en contra de la oposición política del régimen. En ese contexto, toda invitación al diálogo es un embuste.

TAGS RELACIONADOS