El pasado viernes, Pedro Castillo se dirigió -a pie- a la Fiscalía de la Nación para declarar sobre el caso Puente Tarata III. En Twitter, Castillo sostuvo que “en un acto de transparencia con el pueblo y colaboración con la justicia” siempre daría la cara y estaría a disposición del sistema de justicia para lo que sea necesario. Esto se suma a sus recientes declaraciones en TV Perú, aduciendo que él “jamás le va a salpicar la corrupción”.

Evidentemente, tenemos a un Castillo que está buscando transmitir la imagen de ‘el que nada teme, nada debe’, al ponerse a disposición de la justicia. Sin embargo, basta con mirar un poco más allá para darse cuenta de que las verdaderas intenciones de Castillo colisionan con la imagen que busca presentar ante el público. Recordemos que él debió acudir a la Fiscalía el lunes 13 de junio, pero declaró feriado ese día. Sumemos a esto los intentos del equipo de Castillo para enterrar la investigación; como el pedido de su abogado para anular la apertura de una investigación preliminar, o el habeas corpus presentado contra la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso que busca anular el proceso de denuncia constitucional por traición a la patria que enfrenta. En ambos casos la justicia ha desestimado estos pedidos, pero es clara la intención de Castillo de dilatar las investigaciones en su contra. Así, el presidente socava sus propios intentos de aparentar “cooperar con la justicia”.

Si Castillo en realidad quisiera actuar en favor de la transparencia, empezaría por brindar entrevistas a medios de comunicación independientes y dejar de lado la opacidad que caracteriza su manera de gobernar. Claro está que en realidad no existe ninguna intención por parte del gobierno de colaborar con la justicia, y mucho menos con el pueblo.

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