¿Puede ser el congresista Nivardo Edgar Tello Montes la versión parlamentaria de Pedro Castillo? Seguramente habrá varios que busquen ese dudoso privilegio, pero el integrante del Bloque Magisterial viene, por ahora, haciendo inalcanzables méritos. Como es sabido, el vínculo ideológico entre el golpista preso en la Diroes y el “mochasueldo” tiene en las simpatías que comparten por Sendero Luminoso el primer poderoso elemento unificador. Tello fue representante del Conare-Movadef, órgano de fachada en el magisterio de los seguidores de Abimael Guzmán. Además, es parte de los investigados del nauseabundo grupo denominado “Los Niños”, fantoches y presuntos cogoteros de cuello y corbata que investiga la Fiscalía de la Nación. En abril de 2023, sobra decir que vinculado a este caso, El Comercio informó que ocho de los asiduos visitantes de Tello había ganado contratos con el Estado, entre ellos, su esposa, la ahora famosa Sonia Suárez Fernández. Casi 250 mil soles fue el beneficio económico para sus allegados. La fiscal Zoraida Ávalos también tiene en la mira a Tello por tráfico de influencias agravado en la investigación por haber intercedido ante el entonces alcalde de San Juan de Lurigancho, Alex González, para que un consorcio, Casa de la Mujer, obtuviera la construcción de una obra por S/15 millones. De modo que lo último -por ahora- del nivel de cloaca que muestra la moral de Tello en relación a recortarle el sueldo a sus trabajadores, pedir donaciones a embajadas o que sus empleados paguen el viaje de su esposa a Alemania puede saberle a poco a este sujeto que -ya lo hemos dicho- mancilla la noble profesión magisterial. Tello busca la dimensión épica de su alter ego: Pedir cupos a ministros, cobrar por licitaciones, ponerle tarifa a los ascensos y un largo etcétera que las limitaciones de un poder del Estado sin iniciativa de gasto le impide alcanzar. Anhela ser el Pedro Castillo del Legislativo, trata, se ha dado maña, intensifica sus esfuerzos pero aún es poco, muy poco para su insaciable instinto criminal.