El vía crucis de Marisol Espinoza, cuya última estación implica soportar el martirio de ir a Palacio de Gobierno para no romper el protocolo funcional de reemplazar al jefe de Estado en su ausencia, como es el caso tras el viaje de Ollanta Humala a Ecuador, tendría que estar anotado y subrayado en la agenda de todos los candidatos a la Presidencia de la República en carrera.

Nunca más debe repetirse el cuadro nocivo para el país de que el Mandatario esté peleado con sus vicepresidentes cuando, sobre el papel, deberían ser los brazos incondicionales que lo ayuden a definir las políticas del Ejecutivo para luego plasmarlas a través del Consejo de Ministros.

El régimen nacionalista llegó al poder en 2011 con Marisol Espinoza y Omar Chehade secundando a Humala Tasso y, a estas alturas del camino, con solo seis meses de gestión por delante, la primera resiste con estoicismo en el cargo porque “respeta el voto popular”, y el segundo renunció a inicios de 2012, luego del escándalo por ser ampayado en flagrante tráfico de influencias en el restaurante Brujas de Cachiche.

Es más, las postergaciones y maltratos a la también congresista piurana, que tendrían como responsable directa a Nadine Heredia, según todas las sospechas, la llevaron a abandonar -de pensamiento, palabra y obra- el oficialismo, mutar a una raza distinta y fichar por Alianza Para el Progreso, el partido del aspirante presidencial que acuña promesas como cancha.

La moraleja, para quienes pretenden suceder al comandante, es que no cometan el mismo error, es decir, llevar una plancha que va a echar humo con el tiempo porque no saben moverle los botones, regularla y darle el uso adecuado. Marisol Espinoza pintaba como esa figura representativa y seria que Gana Perú nunca tuvo en el Parlamento Nacional, pero las cavilaciones de la jefa del PN y el desdén del propio Ollanta Humala frustraron sus legítimas aspiraciones políticas.

Y ahí viene el detalle final: ni primeras damas superpoderosas ni “pareja presidencial”. El pueblo elige a un gobernante y sus vicepresidentes. Lo demás es un capricho coyuntural que debe acabar con las elecciones venideras. Habrase visto.