La ordenanza que declara la peatonalización de siete calles adyacentes a la Plaza de Armas de Arequipa, para proteger el Centro Histórico de la contaminación a la que está sometida por la gran cantidad de automóviles que circulan por allí y que ponen en riesgo la pátina del sillar, es una medida que busca proteger la bella arquitectura arequipeña; pero sobre todo, evitar perder el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Si bien la medida es necesaria y es lo que se debe hacer con un patrimonio como el nuestro, no es lo único, y quizá lo más importante es lo que se haga después, porque se requieren medidas complementarias que protejan las calles de la invasión de comerciantes ambulantes, un problema que esta gestión no ha podido solucionar; de regular la estridente publicidad de la mayoría de locales comerciales y de descentralizar algunas entidades públicas que mantienen sus sedes principales en el centro.

Además, será necesario hacer cambios en las calles para hacerlas más amigables con los peatones y permitir que se puedan apreciar mejor los monumentos arquitectónicos; pero sin tocar la belleza de la Plaza de Armas, pues ha estado circulando un proyecto para cambiarla y convertirla en una suerte de zócalo, cosa que sería grave e inaceptable.

Y claro, sabiendo la forma como gobierna la ciudad el alcalde Alfredo Zegarra Tejada, es poco o nada lo que se puede esperar en materia de eficiencia, y esta medida, que es tan necesaria e importante, puede terminar en una chambonada de las que ya hay varias hechas por esta gestión. Estaremos vigilantes.