El inciso 7 del artículo 118 de la Constitución establece que "los mensajes anuales contienen la exposición detallada de la situación de la República y las mejoras y reformas que el Presidente juzgue necesarias y convenientes para su consideración por el Congreso". En otras palabras, el jefe de Estado debe exponer la coyuntura que atraviesa el país que gobierna y las medidas a tomar en materia legislativa con el concurso del Congreso para resolverlos.

El contenido del primer mensaje presidencial debe realizar un diagnóstico del país que recibe y las primeras medidas a tomar para la continua mejora del Estado. Los tres mensajes siguientes informan la consecución de las políticas definidas sobre los pilares establecidos en su discurso inaugural, así como las medidas complementarias que tuvo que tomar en el camino.

El último mensaje a la nación expone los resultados y el estado de las políticas implementadas para cada sector del gobierno, es decir, cómo recibió y cómo deja el país, así como proyectar la culminación de obras ejecutadas y las tareas pendientes a continuar por el próximo gobierno.

En la actualidad observamos que los mensajes anuales se han convertido en un espacio de ofrecimientos a futuro, la presentación de polémicos proyectos de ley, hasta la expectativa de posibles anuncios sorpresa que comprometan el presupuesto fiscal, la estabilidad económica y política; casi siempre pronunciando frases de personajes históricos, pero sin citar la fuente, lugares comunes y promesa de más obra pública. Si bien las circunstancias actuales justifican dedicar un tiempo especial sobre las medidas tomadas para afrontar la pandemia, el contenido del discurso debe trasmitir la idea de un Estado que no se detiene ante la adversidad, por eso debe redactarse con el realismo que distingue al estadista cuando se dirige a los ciudadanos.