Cada vez que Francisco realiza un viaje pastoral vuelve a Roma con refugiados, generalmente lleva consigo en el avión a familias completas. Así como en 2016 de Lesbos, la isla griega del Mediterráneo, recogió a 12 sirios (3 familias), ahora han llegado a Roma 12 desde Chipre, donde estuvo últimamente. La sensibilidad de Francisco por los refugiados -aquellos que huyen hacia otros territorios cruzando fronteras por las guerras-, es extraordinaria.

Durante su visita al “Centro Astalli” de Roma para la asistencia que este grupo de personas vulnerables requería -tenía solo 6 meses de haber sido elegido sumo pontífice-, al momento de pronunciar uno de sus discursos más celebrados y que ha pasado a la historia del Derecho Internacional de los Refugiados, el Santo Padre dijo: “Queridísimos religiosos y religiosas, los conventos vacíos no sirven a la Iglesia para transformarlos en hoteles y ganar dinero.

Los conventos vacíos no son vuestros, son para la carne de Cristo que son los refugiados. El Señor llama a vivir con más valor y generosidad la acogida en las comunidades, en las casas, en los conventos vacíos”. Su mensaje fue de impacto. Aquellos que lo escucharon mientras iban quedando atónitos con las palabras del papa argentino, inevitablemente se miraban unos a otros ante la profundidad de sus palabras. Francisco, nacido en el barrio de Flores, en Buenos Aires (1936), que ayer cumplió 85 años, otorga una atención nunca vista a los refugiados en ese nivel del clero vaticano.

Lo hace cuidando que el Magisterio y su Doctrina Social, se mantengan intactos conforme el Evangelio. Ingresó en el seminario diocesano a la edad de 20 años y en 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús, la histórica Orden fundada por San Ignacio de Loyola. En 1969 -tenía 33 años- recibió la ordenación sacerdotal y 4 años después, emitió la profesión perpetua. Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires (1992) y en junio de ese año, recibió la ordenación episcopal y se convirtió en arzobispo y primado de Argentina en 1998. Tres años después, Su Santidad Juan Pablo II, lo creó cardenal y el cónclave del 13 de marzo de 2013, lo eligió el Papa 266 de la Iglesia. Siendo hijo de inmigrantes italianos, es explicable su máxima atención por los refugiados.