Así han denominado los libaneses a la jornada de protestas en Beirut de ayer sábado, luego de las dos explosiones que dejaron en ruinas a mitad de semana, un importante radio urbano del puerto de la capital del Líbano, al confirmarse la detonación de 2750 toneladas de Nitrato de Amonio, que permanecían, hasta ahora sin explicación convincente, en sus almacenes desde el 2013, y que ha dejado el penoso saldo de 170 muertos, más de 6000 heridos y cerca de 300 mil casas destruidas.

Mientras la gente pide la dimisión de las autoridades de este país de 6,5 millones de habitantes, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha viajado hasta Beirut, lidera la ayuda internacional para la reconstrucción de la ciudad.

Ante tan ciclópea desidia que nadie está dispuesto a pasar por alto, muchos gobiernos en el mundo deben estar revisando los protocolos de seguridad en espacios análogos en sus países, porque ya saben que les puede costar los cargos.

Líbano, que en el pasado fue uno de los paraísos financieros del Medio Oriente, por la guerra de Hizbolá -aliado de Palestina- con Israel en el 2006, y luego, por las que soportó internamente, que terminaron por ensangrentar al país, se ha convertido en uno de Estados árabes más violentos de esa región.

Beirut, entonces, inseguro por donde se lo mire, por la película “Fuerza Delta” con Chuck Norris y Lee Marvin, estrenada en 1986, que daba cuenta de un avión con ruta Roma-Atenas-Nueva York, que fuera desviado precisamente hacia la capital libanesa por un grupo de terroristas árabes que tomaron como rehenes a los pasajeros, la mayoría estadounidenses, desnuda al país sumido en una de las mayores crisis económicas desde que alcanzará su independencia en 1943, luego de hallarse bajo el mandato francés desde 1923, y antes bajo el dominio otomano en el siglo XV.

Aunque no es un Estado fallido, por la escasa o nula reacción gubernamental que ha exasperado más a la población harta de hallarse con enormes carencias -el 1% son ricos y controlan el 40% de la producción nacional-, en realidad ya nada le faltaría para serlo.