Este gobierno se empezó a auto-erosionar apenas Castillo llegó al sillón presidencial. La última encuesta de Ipsos, publicada el pasado domingo, no hace más que confirmar que el presidente Castillo persiste en cavar su propia tumba. Su aprobación ha caído 8 puntos en el último mes, llegando a un bajísimo 25%, y a tan solo medio año de haber asumido el cargo.

Hace meses que venimos presenciando un carrusel de autogoles y desaciertos por parte del gobierno; plagado de escándalos que lo debilitan cada día más. La calle, sin embargo, está en silencio. No se sale a protestar, no se marcha para buscar la remoción de ministros incompetentes que designa Castillo, ni se marcha por su evidente falta de transparencia. Hay calma y a la vez hay caos. La mayoría de los ciudadanos ha preferido mirar antes que actuar. Y así estamos, pues, observando cómo lentamente todo se cae a pedazos. Porque si algo se puede afirmar, es que este gobierno continuará erosionándose a sí mismo hasta la ruina.

Entonces ¿qué se nos viene? Me atrevería a decir que más de lo mismo. A menos que pase algo que encienda la llama de la opinión pública y gatille protestas, todo seguirá igual. Y con igual me refiero a que seguiremos presenciando la lenta erosión del gobierno mediante designaciones indignas y decisiones necias. El Perú seguirá siendo la escuela del presidente y sus amigos, que un día decidieron jugar a gobernar y que -a pesar de las palabras que salen de su boca- no entienden el concepto del “bien común”. Si lo hicieran, hace un buen rato hubieran admitido que, ciertamente, no tienen lo necesario para gobernar.

La situación en la que estamos no es sostenible, pero se estirará hasta quebrar. Estaremos así algún tiempo, viendo cómo, lentamente, el gobierno se cae a pedazos.