El Gobierno, que vive en un tembladeral, quiere estabilidad. En esta situación, es natural que promueva el diálogo y la concertación con las diferentes bancadas del Congreso. Es notorio que está urgido de lograr adhesiones en momentos que prende la vacancia presidencial entre los congresistas.

Un Ejecutivo que se ha dedicado a atacar al Legislativo y amenaza con cerrarlo, pide ahora tregua. Muchos han interpretado esta decisión del Gobierno como una estrategia para ganar tiempo y prepararse mejor para lo que viene. Es evidente que usa el diálogo y espera que haya tontos útiles que sirvan a sus intereses de quedarse como sea hasta el 2026.

Las bancadas de oposición han comprendido esto y luego de mostrarse pasivas se han lanzado a la acción, sabiendo que hay una necesidad de cambio. Saben que hoy por hoy deben ir al grano sin rodeos y reaccionar de inmediato contra el desgobierno y la crisis. Sin histerias, pero con mucha determinación.

Es comprensible que algunos congresistas, luego de ocupar sus curules, hayan alcanzado cierto grado de confort y un estado de inmovilización, pero creemos que esto no puede continuar. Los afanes del Gobierno para terminar con el Congreso están creciendo y es necesario frenar esto

Los legisladores tienen que hilar fino para controlar los caprichos del presidente Pedro Castillo y sus ministros, quienes se saben fuertes después de los intentos frustrados de vacancia presidencial.

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