​El libro de la selva: Animación y acción en vivo
​El libro de la selva: Animación y acción en vivo

Revisando la antigua versión cinematográfica de “El libro de la selva” (The jungle book), dirigida en 1942 -en colores- por Zoltan Korda, con Sabú en el papel del adolescente Mowgli, puede uno comprobar el mágico encanto del texto de Rudyard Kipling plasmado en una realización artesanal en el mejor sentido del término. Es decir, un relato de aventuras con actores de carne y hueso en el que las diversas escenas con animales auténticos (tigre, pantera, serpiente, monos, elefantes) están tan bien montadas que no solo son convincentes, sino generan una indiscutible tensión narrativa.

La muy popular versión animada de la obra de Kipling, realizada por Wolfgang Reitherman, que Walt Disney estrenó en 1967 con varias canciones en su banda sonora (el doblaje en español incluía la voz del gran comediante mexicano Tin Tan), es muy diferente a la cinta de 1942 y se concentra en las aventuras de Mowgli en el reino animal. Criado por lobos, el niño humano es ayudado por la pantera Bagheera para enfrentar al temible tigre Shere Khan. Y resultan particularmente atractivos sus encuentros con el oso Baloo, el simio Louie y la serpiente Kaa.

La revisión actual de “El libro de la selva”, firmada por el actor y director Jon Favreau, y producida también por los estudios Disney, es una suerte de 'remake' de la película de dibujos animados de los años 60. Se ha vendido como un relato de aventuras de acción en vivo y aunque muy parcialmente lo es, porque cuenta con la presencia del actor infantil Neel Sethi en el rol de Mowgli, finalmente pesan mucho más las imágenes -escenarios virtuales y especies animales- generadas por computadora (CGI).

LO RELEVANTE ES LO VIRTUAL. Esto implica que la dirección de Favreau, por más cuidada o detallista que pueda parecer, no es lo relevante en esta superproducción, donde la mayor creatividad se halla justamente en las deslumbrantes creaciones digitales. La selva virtual en la que el escurridizo Mowgli se desplaza, al principio con una cierta torpeza y luego con singular destreza, especialmente al tener que lidiar con el felino Shere Khan, es deslumbrante y luce absolutamente real.

Algo similar ocurre con las especies animales. Entendemos que se trata de un trabajo visual impecable que, lamentablemente, refrenda una tendencia en el cine actual en la que ya no se necesitan locaciones naturales reales para ambientar una historia. Lo virtual pasa a ser tan verosímil que desplaza a lo auténtico. He ahí la diferencia con el cine de aventuras de antes, el clásico, en el que se podía respirar y hasta oler la naturaleza. Y esta nueva versión de “El libro de la selva” es mucho más virtual que real.

Con la corrección que lo caracteriza como cineasta, Favreau, en total complicidad con los genios técnicos, visuales y diseñadores detrás de él, logra algunas secuencias memorables, especialmente aquella en la que Mowgli ingresa en el palacio del orangután Louie, que luce inmenso. La aparición del simio está inspirada en una crucial escena de “Apocalypse now” (1979), de Francis Ford Coppola, en la que el coronel Kurtz (Marlon Brando) surge de las sombras. Una cita cinéfila que resulta muy divertida.

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