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Javier Masías

Crítico gastronómico | 

Acabo de terminar una berenjena a la parmesana en Casagrande Daviá. Es un plato simple pero tiene su gracia. La berenjena debe estar firme; el tomate, maduro, y el queso debe ser de excelente calidad para garantizar la expresión de cada sabor, tal como ocurre ahora. Luego aparece una putanesca impecable con la pasta hecha en casa. Se comporta bien en la boca -llega a la mesa en riguroso dente- y tiene sabor en sí misma. Pregunto por qué: “Por cada kilo de harina utilizamos 40 yemas de huevo”. De postre, una bola de helado de vainilla muy cremoso con reducción de balsámico. ¿Precio? S/35. No lo puedo creer. Debe haber un error, digo, a la hora en que me cobran -estaría dispuesto a pagar al menos tres veces más por esta comida-, pero resulta que el monto es correcto.

Vuelvo al día siguiente. El menú ha cambiado por completo. Me sirven uno de mis platos favoritos: mejillones con salsa de tomate y vino blanco. Su sabor y textura son impecables. El fondo esta vez es una bolognesa muy elegante. De postre, una manzana confitada con crema. ¿Precio? Otra vez me cobran S/35.

Vuelvo una vez más. Ahora empiezo con el mejor vitello tonnato de la ciudad. Nuevamente llega una pasta estupenda, solo que con espárragos y botarga de lisa elaborada en casa. De postre, cannoli perfecto. La cuenta es la misma, 35 soles.

Ocurre que además del servicio regular de las noches, siempre a la carta -quienes siguen este espacio saben que Casagrande Daviá es uno de los mejores restaurantes italianos del país-, en los almuerzos tienen un menú ejecutivo que debe ser el de mejor relación calidad/precio en todo Lima. Es cierto que es posible encontrar menús más baratos y abundantes, pero por lo que uno paga acá tiene una comida de cantidad suficiente con excelentes ingredientes y tanto trabajo en el plato como para conmover al más exquisito. Consta siempre de entrada, fondo y postre y cambia todos los días. 

Por eso un día hay caponata, al siguiente envoltini de carne, luego risotto con chorizo y granada. El precio se ha fijado en S/35 e incluye agua, pero si pide vino -los que tienen por copa son muy buenos- la cuenta se duplica. Aun así, considerando la calidad de la comida que tiene al frente, resulta una cifra muy civilizada. ¿Es posible extraer más valor por ese dinero? ¿Existe algún menú ejecutivo de mayor calidad que este? ¿Se puede pagar tan poco por una comida tan sofisticada? La respuesta es contundente. Por S/35, imposible.

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