En este país pasa mucho y a la vez no pasa nada. Todos los días hay un nuevo escándalo político: reuniones clandestinas en la casa de Breña, chats cuestionables entre el presidente y el excomandante general del Ejército, o maltrato a la prensa por parte del gobierno. Pero no pasa nada. Hace una semana que se rechazó la admisión de la moción de vacancia presentada por la parlamentaria Patricia Chirinos.

Por ahora, se cerró el capítulo decembrino de vacancia. Sin embargo, los escándalos no se han acabado. Y el presidente Castillo sigue tan callado como siempre. Hemos aprendido más de él a través de los chats difundidos -en los que habla con José Vizcarra sobre nombramientos en el Ejército- de lo que habíamos podido saber de él desde que empezó su gobierno.

Pero sigue sin pasar nada. ¿Dónde están los ‘vigilantes’? ¿Por qué no salen a las calles a exigirle al presidente más transparencia? Cada escándalo termina en nada.

No solo eso, sino que -además- no pasa nada en el país. ¿Dónde están los avances que prometió Castillo? ¿Qué ha hecho por los ciudadanos de este país -sobre todo por los más vulnerables- en estos meses? El presidente puede ser muy bueno para agitar a la gente en plazas, pero, al fin y al cabo, si esas palabras no se traducen en resultados, su ineptitud se irá evidenciando cada día más, hasta que sea imposible esconderla.

Hoy vivimos en un país en el que no pasa nada. Un país en el que el gobierno se equivoca en el ámbito político, pero además tiene pocos resultados en términos de políticas públicas. Y ante esto, la ciudadanía también se queda callada. ¿Será que no nos importa lo suficiente como para ‘sacar las zapatillas’? ¿Hasta cuándo toleraremos la inercia que nos carcome?