Los ciudadanos de países como México, Colombia y Chile tienen que estar muy alertar por el tipo de mandatario que han elegido, pues si son capaces de defender un golpe de Estado como el de Pedro Castillo en el Perú, es evidente que llevan dentro de sí una peligrosa vocación totalitaria y antidemocrática que en cualquier momento podría estallar en la cara a sus pueblos.

Estos mandatarios no actúan por desconocimiento de lo que realmente sucede en el Perú. Su accionar está motivado por sesgo ideológico que se hace muy peligroso en personas que están a cargo de un país y cuentan con poderes como para ponerlos al servicio de sus ideas trasnochadas y reñidas con la democracia que deberían defender.

Cómo será de clara la situación del Perú, que ni siquiera la Organización de Estados Americanos (OEA), que es manejada por Luis Almagro, un antiguo escudero internacional de Castillo, se ha atrevido a sacar cara por el profesor, cuyo gobierno, poco antes de la pateadura que dio a la Constitución el 7 de diciembre del año pasado, tuvo en descomunal descaro de quejarse de un supuesto golpe de Estado desde la oposición.

La democracia en la región está en peligro ante la presencia de Andrés Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Gabriel Boric, entre otros presidentes que defienden un golpe de Estado en el Perú y abogan por el golpista que está encerrado en un penal de acuerdo a un proceso que cuenta con todas las garantías. Es la triste nueva realidad de Latinoamérica.