El Congreso podrá gozar de la desaprobación de muchísimos peruanos, pero no podemos negar que es una institución con un alto nivel de rendición de cuentas. Claro que no tendríamos por que´ esperar nada menos -pues hablamos de nuestros representantes-, pero lo mismo no se puede decir del Ejecutivo.

Al Congreso se le critica porque tenemos la información para hacerlo: reuniones, viajes, gastos… hasta nos ganamos con sus rencillas políticas, pero la información está. Y yo prefiero ser una ciudadana armada con la verdad -aunque esa verdad no me guste- a una que no sabe qué está ocurriendo tras la cortina del gobierno.

El Ejecutivo ha adoptado una estrategia peligrosa: el silencio. Han pasado ya semanas desde que nos enteramos que el presidente se reunía fuera de Palacio con varias personas, y todavía no tenemos la lista de esos nombres. Peor aún, Castillo ni siquiera se ha dignado a dar a la ciudadanía una verdadera explicación. ¡Ni siquiera ha dado una entrevista a un solo medio de comunicación!

Lo más grave es que al establecer un patrón de silencio en momentos críticos, el gobierno está acostumbrando a la ciudadanía a ser complaciente y no alzar la voz ante la falta de transparencia.

Todos tenemos preocupaciones propias: temas personales, económicos, de salud… pero no podemos acostumbrarnos al silencio. No podemos bajar las expectativas, cruzarnos de brazos y hacernos los de la vista gorda. No debemos dejar de exigirle a Castillo la transparencia que nos debe como líder de esta nación. Un gobierno que no rinde cuentas es uno que no respeta a quienes gobierna. Y los peruanos merecen, como mínimo, el respeto de su presidente.