La presidencia del Congreso siempre ha sido importante. Sin embargo, hoy existe la noción generalizada de que el próximo presidente o presidenta del Congreso puede terminar siendo el próximo presidente (interino) del Perú. Es así que hoy las elecciones de la nueva mesa directiva del Congreso terminan siendo tanto más relevantes.

Según un acuerdo realizado entre las fuerzas opositoras, es Alianza para el Progreso quien estaría a cargo de la presidencia del Congreso. Ciertamente en las últimas semanas hemos escuchado varios nombres de congresistas apepistas como potenciales candidatos, entre ellos los de Camones, Salhuana, Echaíz y Acuña, estos dos últimos habiendo renunciado a la bancada la semana pasada.

El hecho es que la mesa directiva que elija el Congreso debe tomar en cuenta elementos que van más allá de acuerdos políticos. Al mando del Congreso debe estar alguien que represente una clara oposición al gobierno, pero que además tenga la capacidad de conciliar con diferentes fuerzas políticas, y, sobre todo, que cuente con las cualidades de liderazgo que son necesarias para unir y sacar adelante al país en el caso de tener que encabezar una transición democrática.

Esta vez, es deber y responsabilidad del Congreso asegurar que estemos en buenas manos ante cualquier circunstancia. En todo caso, será necesario que desde el Parlamento se ejerza una oposición responsable y que logre elevar –algo– sus actuales niveles de aprobación.

En otras palabras, quien dirija el Congreso tendrá mucho trabajo difícil por delante. Esperemos (por nuestro bien) que esté a la altura.