La oposición política en el Parlamento británico (conocido como Westminster) cuenta con la institución del gabinete en la sombra, o shadow cabinet, que consiste en la fiscalización que realiza cada miembro del Parlamento a un sector del gobierno de su Majestad; es decir, al ministro de salud, economía, relaciones exteriores, etcétera, le corresponde un parlamentario que sigue su labor. Se le reconoce también como la leal oposición de su Majestad. Una tradición que permite especializar a los que podrían, en el futuro, sucederlos en los cargos cuando sean gobierno, es decir, si cambia la correlación de fuerzas en el legislativo. Por supuesto que nos estamos refiriendo a un parlamentarismo de dos partidos tradicionales que se turnan en el poder, pero destacamos un estilo de “gimnasia parlamentaria” que puede sernos de utilidad cuando se carece de un sistema de partidos.

La labor del shadow cabinet podría asimilarse a las comisiones de trabajo del Congreso. Que no sólo se ciñan a la revisión técnica de los proyectos de ley que se presenten, sino que se comporten como un medio de control político para fiscalizar la ejecución del presupuesto de los diferentes sectores, para que inviten a los ministros a explicar la política de su sector mediante la continua petición de informes que deberán analizar su equipo de asesores. Por eso, a falta de un sistema de partidos, el trabajo de las comisiones parlamentarias podrían ser protagonistas para que la administración pública sienta que la fiscalización es permanente. Es cierto que las recientes reformas constitucionales que impidieron la reelección inmediata y la pérdida de inmunidad fueron contraproducentes para la especialización y fiscalización parlamentaria; sin embargo, no pueden dejar de vigilar al gobierno, pues, la labor de los congresistas también consiste en formarse como una verdadera clase política.