Para los que tenían dudas sobre el rol de “lavandería” que cumple la Comisión de Ética del Congreso, ahí tienen el caso del congresista castillista Edgar Tello (Bloque Magisterial), quien pese a las graves y sustentadas acusaciones formuladas en su contra ha recibido una lavada de cara de parte de sus colegas en el grupo de trabajo encabezado hoy por Diego Bazán y que tiene un triste historial de solo aplicar “sanciones” que son una tremenda burla a los peruanos.

Solo le han puesto una amonestación y 60 días multa, pero no por las graves acusaciones de recorte de sueldo y hostigamiento laboral a una trabajadora embarazada de su despacho, que incluía el irregular pedido de compra de un proyector para el despacho, sino solo por pedir ocho mil dólares a la Oficina Económica de Taipei para donar implementos a ollas comunes. Tello entró manchado por serios cargos, y salió limpio del grupo de trabajo. Toda una lavandería.

Pero Tello no es el único “salvado”. Los casos abundan. Hasta el actual presidente del Congreso, Alejandro Soto, ha recibido el “cariño” de este grupo de trabajo. Otras beneficiadas son Heidy Juárez, Marleny Portero, María Acuña, Rosio Torres y Magaly Ruiz, todas ellas acusadas de quedarse con parte de los ingresos de sus trabajadores bajo amenaza de despido. Apenas fueron amonestaciones y objeto de multas que dejan muy en claro que “otorongo no come otorongo”.

Hace pocas horas ha entrado a Ética el caso del incorregible Darwin Espinoza, de Acción Popular, acusado de usar personal de su despacho y recursos del Congreso para lograr la inscripción de una agrupación política. Sin embargo, está claro que a esta clase de personajes nadie los toca. Si “Los niños” siguen en funciones pese a las acusaciones de apoyo con votos a Pedro Castillo a cambio de prebendas y el manejo del Ministerio de Producción, está claro que la impunidad se mantendrá.

Si hay algún grupo de trabajo en gran parte responsable del desprestigio del Congreso, ese es sin duda la Comisión de Ética, que no muestra mano dura frente a la calaña de legisladores que tenemos. Tendría que ser guardián de la conducta decorosa que deben observar los legisladores elegidos para representar a los peruanos. Sin embargo, se ha convertido en parte del problema pues las “joyas” saben que pueden hacer lo que quiera, hasta robar sueldos y hojas Bond, y que nada les pasará.