Es una verdad de Perogrullo expresar que estamos ante un gobierno populista que expresa su adoración por el poder del Estado, de corte socialista anacrónico, con funcionarios vinculados al terrorismo y que el partido de gobierno tiene como líder a un condenado por actos de corrupción, pero además, que usan su local partidario como una casa de desorden entre preservativos, licor y mujeres, lo que de alguna manera explica el caos en el que vienen sumergiendo al país.

El combustible del gobierno es generar división y odio entre peruanos; ello responde a su visión marxista de los procesos sociales. Crear caos y necesidad, es la consigna inmediata para culpar y destruir el modelo actual, e intentar construir su ideal de sociedad colectivista igualitaria que ha fracasado en muchos piases.

Mantener al primer ministro y ministros cuestionados, es un mensaje político que confirma sus propósitos; se victimizan señalando que no se “tolera a gente del pueblo dirigiendo los ministerios”. Los “nadies” ahora son ministros. El mensaje populista es el pueblo al poder, pero el señor del sombrero debe entender que la campaña acabó y ahora dirige los destinos del país y sus habitantes. No puede elegir improvisados con prontuario. Se necesita elegir dentro del pueblo a los mejores, gente con experiencia, trayectoria, capacidad y gestión.

El gobierno ha conseguido altas tasas de inflación (aumento de precios del pan, pollo, gasolina, etc.), incremento del riesgo país, fuga de capitales, desconfianza, incertidumbre, etc. Sus soluciones son bonos y subsidios. Se apartan de la realidad, saben que la actividad privada provee de recursos al Estado mediante los impuestos que paga, genera empleo y con ello bienestar, pero no hacen nada para tender puentes, generar confianza e incentivar la inversión. Su misión es implementar su ideología, conquistar el poder absoluto y perpetuo. Si aún quedan dudas, dirijan la mirada al BCR y sus futuros miembros.

La necesidad no se soluciona con bonos ni subsidios. La dignidad se mantiene con esfuerzo y trabajo. El país crece con inversión en libertad. Lamentablemente todo indica que estaríamos ante un gobierno liberticida.