Violencia tenemos de sobra en el mundo, no necesitamos aumentarla, pero igual, hay quienes se esmeran bajo cualquier pretexto en promoverla. En los últimos días una vieja polémica revivió entre dos figuras de la música: J Balvin y Residente. Todo empezó el año pasado cuando el colombiano Balvin difundió en sus redes sociales que la Academia Latina de la Grabación no le da el lugar que merece al reguetón y a la música urbana. “Los Grammys no nos valoran, pero nos necesitan. Es mi opinión y nada contra los otros géneros porque se  merecen todo el respeto. Pero ya el truco está aburrido. Les damos rating, pero no nos dan el respeto”, escribió el cantante y pidió un boicot a la ceremonia. Casi inmediatamente el portorriqueño Residente se compró el pleito y le respondió sin filtro, como es su costumbre. “Tu música es como si fuera un carrito de hot dog, que a mucha gente le puede gustar o a  casi todo el mundo. pero cuando esa gente quiere comer bien, se van a un restaurante y ese restaurante es el que se gana las estrellas Michelín”, dijo. Esa polémica regresó el viernes último cuando el fundador de Calle 13 dedicó una canción al intérprete, señalando que la música que hace Balvin es poco menos que basura y él un tipo tonto y despreciable. Residente logró lo que quería, ser tendencia, generar polémica y que los integrantes de la industria se dividieran entre los que apoyan su crítica y otros que no están de acuerdo. Lo que no recuerda Residente es que él está en la industria y se sirve de ella y que muchos podrían pensar que esa pose de justiciero, es precisamente la imagen que vende y que le hace ganar dinero, precisamente lo que critica a otros descalificando su música y la propuesta que eligieron. Si se trata de cuestionarlo, se le podría decir que su discurso es elemental, que sus letras todo se restringe a la eterna lucha de buenos vs, malos y ricos contra pobres y de ser admirador de dictadores, entre otras perlas. Cuando alguien se autodenomina representante de la pureza artística y se erige en el gran censor de lo que debe hacerse, hay que desconfiar. Cada quien hace la música que le sale, dependiendo de sus objetivos y no por eso hay que despreciarla, si se trata de calificar, quizás podríamos decir que solo hay música buena o mala. Habrá gente que le guste Balvin y llene sus sus expectativas y otra que sienta que las letras y temas de Residente los llena y representa. Mucho drama para dos que están en el mismo negocio.

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