Los que fuimos reporteros policiacos en los años 90 recordamos muy bien las andanzas de “célebres” asaltantes, asesinos y secuestradores como Víctor Pampañaupa Gutiérrez (a) “Cholo Víctor” y Jacinto Aucayari Bellido (a) “Cholo Jacinto”, ambos de la temible banda “Los destructores”, y de Jorge Luis Campos Milla (a) “Momón. Este salvaje de tupida barba fue arrestado a balazos en 1998 y se convirtió en uno de los últimos en caer de todo ese grupo de “secos” de alto vuelo dedicados a raptar gente de dinero para cobrar millonarios rescates.

Desde esos años, los casos de secuestro pasaron casi al olvido, salvo para las víctimas que lograron sobrevivir, que sin duda habrán tenido que pasar por un largo proceso para superar los duros momentos vividos en manos de estos criminales. Lamentablemente, hoy en medio de la ola de violencia que nos sacude, ha vuelto esta cruel modalidad de delito y, lo que es peor, ha regresado de la mano de un altísimo nivel de salvajismo. Otra variante es que sus objetivos no necesariamente son personas de mucho dinero, como en el pasado.

El año pasado vimos el caso de un odontólogo que fue asesinado porque su familia no pagó lo exigido. Su cuerpo fue abandonado en la Panamericana Sur. Hace pocos días, en Chorrillos, un joven de 18 años murió en manos de sus raptores venezolanos que pedían 25 mil soles. En diciembre, la escolar “Valeria” fue raptada cuando iba en su movilidad en Comas. Antes, la hija de un empresario de frigoríficos de la misma zona, también fue llevada por delincuentes. En 2023 en Lima hubo más de 100 situaciones como estas.

En las últimas horas hemos sido testigos del espeluznante crimen del empresario minero Santos Sánchez Vera, cuyo cuerpo con evidencias de tortura fue dejado en un alejado paraje de la sierra de la región La Libertad, con la vil inscripción que decía “por no pagar completo”. Las miradas apuntan a la banda de delincuentes trujillanos conocidos como “Los pulpos”, que desde hace al menos 15 años se dedican a la extorsión y al envío de sicarios para los “ajustes de cuentas”. Nadie hasta ahora les ha puesto freno.

Lo más penoso es que desde el Estado no se ve la menor voluntad por hacer frente a la violencia que ha traído de vuelta los secuestros. Veamos lo que pasa en el Ministerio del Interior y la Policía Nacional, y en el Ministerio Público, donde parecen haberse olvidado que su misión es velar por la seguridad y el bienestar del ciudadano. Antes tuvimos al “Cholo Jacinto” y a “Momón”. Hoy están los eternos “Pulpos” y bandas de venezolanos que han venido a “trabajar” a un país donde saben que poco o nada les pasará.

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