Me pregunto si podemos aplicar la “tutoría escolar” a la educación superior y del pregrado de la formación universitaria. Y es que la tutoría en estos estudiantes -que son “adultos jóvenes”-  puede impactar no solo en su formación profesional sino también en mejorar los indicadores de permanencia y conclusión de los estudios de su carrera .

Las características socio emocionales de estos alumnos se dan según Erikson entre la “Intimidad frente al aislamiento” (desde los 18 - 21 hasta los 35 años aproximadamente). Etapa del desarrollo afectivo que  corresponde a la educación superior. Un adulto joven admite la posibilidad de estar cerca de los demás ya que sabe y siente quién es, no tiene desconfianza a perderse, como sí lo sienten muchos adolescentes ¿Acaso no es necesario acompañarlos para manejar sus vivencias socioemocionales y  dificultades  cognitivo-académicas durante los ciclos de su carrera? ¿Por qué obviar este acompañamiento que debe ser cercano para que los estudiantes puedan recibir asesoramiento personal cuando sus logros son insuficientes?

Muchos estudiantes en un ciclo sacan buenas calificaciones, pero en el siguiente puede ser que no. También hay alumnos que se retiran en pleno desarrollo del ciclo. Estos indicadores de los jóvenes del pregrado y de los institutos se pueden deber a múltiples causas personales, vocacionales, familiares, sociales, laborales, económicas  y de otra índole. Muchas veces  relacionadas con la estabilidad de la pareja, el aspecto habitacional, la pérdida del trabajo, el deterioro de la salud,  etc. Ante  estas situaciones: ¿No es conveniente un servicio de tutoría institucionalizado que los apoye? Felicito a la Ricardo Palma que está muy avanzada  en ese camino. Por lo pronto han aprobado un reglamento de  tutoría. Muy bien.

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