En estos tiempos, en los de la pandemia por el Covid- 19, la televisión en señal abierta es un vehículo muy importante para informarse, básicamente sobre decisiones de Estado, ocurrencias locales y opiniones de especialistas sobre el tema. Pero otro panorama es el de la redes sociales, en las que millones de peruanos que tienen un celular con datos buscan con avidez cualquier contenido del flagelo que nos tiene en una angustia permanente. Esto no sería más que una simple anécdota, la de buscar información al instante, si es que los internautas decidieran quedarse con todo lo que leen para su consumo particular. Pero no, y aquí está el problema, imagínense lo que son las redes en época de cuarentena cuando cada uno empieza a postear cada noticia que le parece relevante que, en lugar de generar calma, provoca pánico, desconcierto y, sobre todo, desinforma. Un consejo elemental para quienes no pueden reprimir sus ganas de compartir lo primero que lee en Internet: mire la fuente, eso es primordial. Si quien pública es un medio serio, la web de un diario reconocido o un portal con prestigio, puede hacerlo, pero si es una página que, por ejemplo, podría llamarse “lo ” o “la última la traigo yo”, ni se le ocurra. Igual pasa con la cantidad de especialistas de muchos países que, en videos, han aparecido hablando sobre el coronavirus: hay de todo, hasta charlatanes que venden el gel milagroso, como un pastor argentino cuya estafa se viralizó. ¿Desean saber si el médico o científico que los ha emocionado en verdad lo es? Ponga su nombre en Google y si aparece con todos sus pergaminos, bueno, hágale caso si desea. Y sobre las noticias en general, relacionadas a los efectos de la pandemia, aparecerán, no hay remedio, buenas y malas, incluidas las “fake news”. Como aquella que festejaba que, en Venecia, el agua de sus canales, ante la ausencia de turistas, volvió a ser cristalina con peces incluidos, pero la web de National Geographic se encargó de desmentirlo. Así están las cosas. Menos entusiasmo, más cordura.