Alucinante ver por estos días a sectores de la izquierda sacando cara por el golpista de Pedro Castillo, preso por intentar cerrar el Congreso e intervenir íntegramente el sistema judicial (Poder Judicial, Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Junta Nacional de Justicia), cuando se han pasado 30 años cuestionando a Alberto Fujimori por cometer el mismo delito.

Esta gente que se presentaba como paladín de la democracia y los derechos humanos, hoy se ha convertido en la gran escudera de un golpista que ordenó al jefe máximo de la Policía Nacional tomar el Congreso, echar a los legisladores y meter presa a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, todo esto sin el menor amparo legal.

Hoy estos “demócratas” que se vendían como la “reserva moral” salen a las calles a defender al tiranuelo chotano que de no haberse encontrado con personas e instituciones que se condujeron dentro de los cauces constitucionales, hoy tendría el país en sus manos, sin división de poderes y metiendo en la cárcel a quien le diera la gana.

Es evidente, tal como se ha advertido muchas veces en estas páginas, que estos “demócratas” son laxos con los tiranos siempre y cuando sean de su misma línea política e ideológica (y si de paso les da trabajo, mejor), cuando en Correo creemos que cualquier dictadura, venga de donde venga, tiene que ser condenada y combatida.