Ayer el Pleno del Congreso ha rechazado dos mociones de vacancia presentadas contra la presidenta Dina Boluarte, la reina de los Rolex, las joyas y las cuentas bancarias, iniciativas que no debería llamar la atención si se tiene en cuenta que la señora aún no explica de dónde ha salido todo este patrimonio a pesar de que le han allanado la casa y ha provocado un escándalo en el que han tenido que intervenir sus ministros, que están para trabajar por el país y no para hacer de abogados de la mandataria metida en líos.

Lo que sí llama la atención, aunque tampoco debería porque el Perú es a veces un país surrealista, es que estas iniciativas hayan sido presentadas por la izquierda que en nombre del “respeto a la voluntad popular” y la “gobernabilidad”, mantuvieron en el poder al inepto y corrupto de Pedro Castillo, sin importarles los 20 mil dólares hallados en un baño de Palacio de Gobierno, las acusaciones de cobro de cupos por dar licitaciones o cargos públicos, los proveedores truchos, los parientes angurrientos y las mentiras del profesor.

Castillo mantenía en sus cargos a sinvergüenzas de marca mayor como el hoy prófugo exministro Juan Silva y el hoy recluso Geiner Alvarado, pero a las bancadas de izquierda no se les movía un solo pelo, al igual que cuando el Ministerio Público y la Policía Nacional allanaban Palacio de Gobierno más veces que a los mercadillos dudosos de Las Malvinas y San Jacinto. Recordemos que ante cada pedido de vacancia, se ponían del lado del sinvergüenza que dice que es un preso político.

Es más, incluso luego del golpe de Estado del 7 de diciembre del 2022, muchos de los hoy vacadores han seguido respaldando a quien quiso convertirse en un tirano al asumir poderes absolutos que nadie le dio, tras el cierre del Congreso y el asalto al íntegro del sistema de justicia que solo fracasó por la reacción de las instituciones que no se dejaron avasallar por quien horas después era ingresado a un penal para que responda por el quiebre constitucional que acaba de ser validado por el Tribunal Constitucional.

Que la señora Boluarte está metida en un tremendo escándalo y merezca ser enviada a su casa, no se puede negar. A estas alturas queda claro que su prolongado silencio es una muestra de que sus relojes y joyas tienen un origen oscuro que ofende a los peruanos. Pero que no vengan los escuderos de Castillo, quizá el mandatario más corrupto y sinvergüenza de nuestra historia, a dárselas ahora de guardianes de la moralidad en el Perú, que les queda muy mal. No nos quieran tomar el pelo.

TAGS RELACIONADOS