Cuando se piensa que ese pobre señor llamado Andrés Manuel López Obrador y que es presidente de México, ya no puede caer más bajo en sus agravios al Perú al tratar de defender a un indefendible como el golpista Pedro Castillo, siempre reaparece para soltar más sandeces y absurdos que no hacen más que demostrar que el caballero vive en una realidad paralela.

Tras recibir a Lilia Paredes, esposa de Castillo, quien en el Perú es investigada por ser parte de una presunta organización criminal, ha vuelto a decir que el profesor fue “injustamente” echado del cargo y que fue víctima del “racismo” y “clasismo” de los conservadores que han “violado la Constitución”, como si el golpista no fuera el ahora recluso del penal Barbadillo.

Ha salido nuevamente con su discurso barato del “profesor pobrecito” y a quejarse que la Organización de Naciones Unidas (ONU) no intervenga. Obvio que no va a intervenir, si en Nueva York tienen muy claro que ese sujeto al que tanto defiende y a cuya familia tanto ayuda, es un tremendo golpista que ordenó cerrar el Congreso y se quiso adueñar del sistema de justicia.

Lamentable que este señor insista en agraviar al Perú y a los peruanos al sacar cara por quien ha cometido un delito flagrante. Una pena por México por la clase de mandatario que tienen.