El Perú transcurre sus últimos años de emergencia en emergencia. Graves crisis políticas, desastroso sistema de salud frente a la pandemia del coronavirus, convulsión social y embates de la naturaleza han conducido al país a un escenario muy complejo. El problema es que ante estos terribles episodios de nuestra historia, las autoridades nunca han dado una respuesta a la altura de las circunstancias. Presidentes, ministros, congresistas, gobernadores regionales y alcaldes no han encontrado soluciones, todo ha sido lugares comunes, buenas intenciones y demagogia.

Lo ideal es confiar en ellos harán lo que les corresponde como autoridades, pero eso casi nunca ocurre.

En el caso de las intensas lluvias que han generado inundaciones, bloqueos de carreteras, viviendas colapsadas y muertes en varias regiones del país, es evidente que faltó previsión de las autoridades. Se sabe que va a suceder casi todos los años, pero nadie aprende las lecciones y planifica para que la tragedia no asole nuestro país.

Esta terrible situación es ahora la principal preocupación del Ministerio de Economía y Finanzas. Es evidente que en estas condiciones será difícil que nuestra economía crezca. Hay que recordar que en el “Fenómeno del Niño” del 2017 se perdieron 4 mil millones de dólares, según Macroconsult. Fue un gran hueco en el PBI.

Este país lleno de frustraciones y hartazgos, donde los sectores más vulnerables son los más perjudicados y suman más desgracias.