El sábado por la noche, mientas cientos de personas hacían sus compras y disfrutaban de una noche en familia previa a la Nochebuena, un grupo de sicarios ingresó al Mall Plaza de Trujillo, el centro comercial más grande de la capital liberteña, para matar a balazos a una persona que se encontraba en el patio de comidas, donde corrió bala para pesadilla de los allí presentes.

Esta situación crítica, más allá de quién haya sido la víctima, es una muestra de que la violencia en el país, y en especial algunos puntos específicos como Lima y La Libertad, se ha desbordado ante la inoperancia de las autoridades. Ahora ni se puede salir a comprar a un mall lleno de tiendas y gente porque puedes acabar en medio de una balacera. Realmente de terror.

Hace pocos días, en el mercado de Ciudad de Dios, al sur de Lima, un ataque de pistoleros acabó con la vida de un inocente vendedor de pescados que nada tenía que ver con el objetivo de los delincuentes. ¿Hasta cuándo vamos a permitir esta situación? Y mientras tanto, la presidenta Dina Boluarte quiere que le hablen solo de cosas positivas.

La cosa se está poniendo muy difícil y si no se toman acciones, ciudades como Trujillo o algunos distritos limeños como aquellos en los que no ha funcionado en estado de emergencia, van a terminar siendo una versión peruana de las ciudades mexicanas de Tijuana o Sinaloa. Mucho cuidado, que de eso difícilmente se regresa.