Aunque la reunión del G-7, es decir, de los 7 países más ricos del mundo, tuvo su agenda propia y de interés para la comunidad internacional, la expectativa mundial la ganaron Joe Biden y Vladímir Putin, con creces, en el encuentro que tuvieron después. En efecto, el encuentro en Ginebra entre los presidentes de las dos naciones que definieron a la política internacional de la denominada Guerra Fría -segunda mitad del siglo XX-, fue lo más esperado por todos.

Ambos mandatarios habían mantenido una relación tensa desde que asumió la presidencia Biden, que no tuvo reparos para calificar a Putin de asesino, y la respuesta del moscovita, sin inmutarse llevó hasta que ambos países llamaran a sus embajadores quedando la relación diplomática disminuida.

Ambos sabían que no sería productivo para los intereses de sus países que esa relación tensa se mantuviera por más tiempo y la mayor consecuencia del encuentro de cerca de 4 horas en que no hubo servicio de alimentos porque ello hubiera significado dar paso a un momento mucho más distendido que por supuesto no había entre ambos presidentes pues realmente se habían insultado sin reparos en los meses anteriores.

Para que el acercamiento se viera como parte de un proceso de progresiva reconstrucción de actores, entonces platicaron, primero solos, luego con sus ministros de exteriores, y, finalmente, con sus equipos técnicos. A la hora del primer encuentro no parecían perfectos desconocidos. Más bien confirmaron sus interacciones del pasado y eso quizás habría ayudado a que la conversación fuera soltándose paulatinamente.

Quizás el tema más visible haya sido la ciberseguridad dado el impacto que ha tenido en la política interna estadounidense el asunto de la llamada trama rusa, que por cierto se ha convertido en un asunto de mucha rentabilidad política en el frente interno de EE.UU., tanto que fue decisivo para que Donald Trump ganara la presidencia en 2016.

Aunque ambos han capitalizado resultados favorables en el frente político internacional, sigo creyendo que a Putin le agradó el encuentro porque la reunión con Biden, ha recreado en la opinión pública rusa, el recuerdo de la otrora superpotencia que fue la desaparecida Unión Soviética, otorgándole a Putin el protagonismo que necesitaba para su frente político interno.