Fuentes periodísticas, reportan que la nueva adquisición del Congreso de la República, es un predio cedido por la SBN, de más de 35 mil metros cuadrados. En dicho predio se ejecutaría la construcción de una nueva sede del Congreso, con la intención de desarrollar un Centro de Capacitaciones y Estudios Parlamentarios, en el balneario Santa María del Mar, ubicado en Lima. La Oficina de Imagen Institucional del Congreso, sostiene que “la actual gestión no contempla ejecutar dicho proyecto, en tanto va a contracorriente con la prioridad de actividades y utilización de recursos”. Es razonable sostener que tener proyectado edificar un centro de esta naturaleza, despertará en la multitud, una creciente antipatía hacia el Congreso, especialmente porque se hará con los aportes de nosotros los contribuyentes. Como no leo para atesorar y envasar herméticamente las lecturas que me forman, sino que las ideas, como aconseja González Prada, deben exponerse al libre alcance de todas las inteligencias, impulsado por el descubrimiento de esta posible edificación promocionada por el Congreso, voy a reproducir una ingeniosa definición sobre los «Padres de la Patria», término que figura en el libro Diccionario de los políticos, escrito por el jurista español Juan Rico y Amat en 1855. Dice el autor: “Otro contrasentido político y de los más notables. ¿No es una verdadera anomalía que se llame padre de la patria a un diputado que se mantiene del sueldo que ella le da? ¿Por qué no se llama hijo suyo cuando es ella quien lo mantiene? Pocos, muy pocos son los diputados que la miran y tratan con amor, con la ternura y el cariño de padres; los más le profesan un amor de suegro, una ternura de cuñado y un cariño de hijastro”.