El Poder Judicial evaluará mañana el pedido de 36 meses de prisión preventiva para el expresidente Pedro Castillo, por ser presunto cabecilla de una organización criminal.

Hace casi dos años, muchos peruanos, perturbados y cegados por experiencias pasadas, se decidieron por el candidato de Perú Libre en las elecciones presidenciales. Creían que Castillo  encabezaría un proceso severo de reconstrucción moral y estructural del país, pero al final fue más de lo mismo. Las señales de corrupción en su Gobierno fueron tantas que hoy pueden costarle un periodo más largo tras las rejas.

No solo fue un incompetente que se caracterizó por su falta de capacidad y energía para tomar decisiones a favor de la gente sino que también careció de transparencia y rectitud.

El profesor que lanzaba consignas reivindicativas y proponía una lucha frontal contra la corrupción está investigado por presuntos delitos que degradan todo lo que prometía. Mañana el Poder Judicial debe poner todo en su lugar y lo principal es que los peruanos respetemos su decisión.

Lo de Castillo es indefendible. No solo por este caso sino también por su aventura golpista, en la que se embarcó hace casi tres meses para romper el orden democrático. Por ello, victimizarlo y pedir su libertad atenta contra el estado de Derecho y la justicia.