Llama la atención el tibio comunicado que ha emitido el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú frente al descarado e indignante nuevo atropello que está cometiendo la tiranía que gobierna Venezuela, al haber prohibido, al caballazo, la postulación presidencial de María Corina Machado, la candidata unitaria de la oposición al chavismo ladrón y genocida que no deja el poder al que llegó casi 25 años con el cuento de la igualdad y la “justicia social”.

Lo que han hecho los títeres de Nicolás Maduro que han sido sentados por el chavismo en el Tribunal Supremo de Justicia, al anular la postulación de la señora Machado al amparo de una tinterillada propia de dictadura en problemas, merecía un rechazo mucho más enérgico por parte de Torre Tagle. Eso de expresar “preocupación”, es lo mismo que nada. Más parece una palmadita en el hombro y un “ya pues, pórtate bien” a un peligroso y reincidente criminal.

Lo que está haciendo Maduro y que podría generar duras sanciones de Estados Unidos, país que inocentemente creyó que este sujeto y su banda de delincuentes iban a permitir elecciones dentro de un aceptable margen de democracia y transparencia, podría significar que la tiranía se quede en el poder por lo menos hasta el 2031, con todo lo que eso implica para los habitantes de ese devastado país y de los vecinos y cercanos que padecemos la migración.

Pero no es la única “tibieza” del Lima ante Caracas. La propia presidente Dina Boluarte ha dicho hace poco que existe la posibilidad de que el exministro castillista Juan Silva esté escondido en Venezuela. Sería bueno saber si nuestra Cancillería, valiéndose de las relaciones diplomáticas plenas que inexplicablemente existen con la tiranía chavista, ha hecho alguna coordinación para tratar de ubicar a este delincuente de alto vuelo.

Con las dictaduras criminales no puede haber contemplaciones, salvo que exista complicidad con ella, como sucedió en el pasado con el gobierno de Ollanta Humala. Si no hay nada que una al gobierno de la presidenta Boluarte con el chavismo, ¿por qué no condenar con mayor energía el atropello a la candidatura de la señora Machado, que podría ser la única capaz de firmar el acta de defunción de la pesadilla iniciada por Hugo Chávez a fines del siglo pasado?

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