Los resultados de las últimas encuestas han resultado “incomprensibles” para algunos. Una conductora de un dominical lo decía la otra noche en vivo al presentar dichos resultados: “No se puede entender”. La tendencia indica que, pese a que vemos denuncias de presunta corrupción en el entorno presidencial a diario, la aprobación de Pedro Castillo no se termina de caer y más bien presenta un leve ascenso. En contraparte, es el Congreso el que tiende a seguir cayendo.

No es tan difícil de comprender, la verdad. No al menos para quienes lo venimos diciendo de un tiempo a esta parte: aunque la gente ve que hay cosas graves o por lo menos cuestionables en el mandatario Pedro Castillo y su entorno, tampoco quiere ponerse al lado de una oposición torpe y sin autoridad moral. Y agregaría ahora algo más. Como ya ha ocurrido antes, cada vez que hay denuncias al unísono, todos los días y horas tras horas, un sector de la ciudadanía llega a percibir esto como un “cargamontón abusivo”. Así fue cómo pasó en la campaña de segunda vuelta. Ahora mismo es como si estuviésemos viviendo lo mismo.

Están además los casos de los perseguidores de Castillo, concretamente la Fiscal de la Nación, y que no han tenido el eco ni el tratamiento debido hasta ahora. Y no se trata de ir en contra de la alta magistrada, pero creo que también nos debe a la ciudadanía algunas respuestas sobre sus decisiones recientes en el Ministerio Público. Si queremos vencer el argumento –hoy convenientemente usado por Castillo y los suyos- de que hay una persecución contra el presidente, pues debemos ser prolijos. De lo contrario, todo termina abonando a favor de la narrativa de victimización del presidente que cala en sectores de la población.

Y sí, le está funcionando por ahora. Por eso es que necesitábamos una mejor oposición.