Luego de tantos fiascos, los peruanos deberíamos estar curados y ser muy responsables al momento de elegir a nuestras autoridades, especialmente a los congresistas. A tres meses de las elecciones generales del 11 de abril, estamos en la obligación de exigir a los candidatos propuestas e iniciativas viables para salir de los graves problemas que nos agobian.

Debemos dejar de lado a los demagogos, a los que hacen campaña en función a frases y gestos efectistas y altisonantes, antes que en proponer acciones que repercutan en el bienestar de los peruanos. Las sonrisas fingidas, los dedos pulgares levantados, las caminatas por sectores empobrecidos que nunca antes visitaron, las peleítas en Twitter y los bailes en zonas populosas poco ayudan a conocer a los candidatos.

En estos momentos el Perú no está para improvisados ni gente que poco o nada aporte al debate y a la generación de leyes. Ya hemos tenido bastante de esta clase de personajes que finalmente terminan siendo objeto del repudio de los propios electores que suelen decir: “no me representa”.

Si seguimos votando por gente como la antes mencionada, luego no nos quejemos. Estamos a tiempo de exigir propuestas a los candidatos para saber qué nos ofrecen.