Como ya hemos visto, hay congresistas arequipeños que buscan reelegirse y para ello han desempolvado todas sus promesas de la elección pasada para buscar a los incautos de siempre y venderles el mismo sebo de culebra rancio y efectivo que les funcionó en el 2011. Ahora caminan las calles de Arequipa, hacen como que escuchan atentamente a la gente y sus reclamos, se toman fotos, besan a los niños al paso, van a comer al mercado San Camilo, bailan de todo, reparten sus volantes y polos, sonriendo siempre y tratando de proyectar una imagen de bondad, honestidad y transparencia, lo que no hicieron durante los cinco años que estuvieron en el Congreso.

La mayoría se dedicó a cobrar puntualmente e integrar comisiones donde poco o nada aportaron para mejorar el nivel de la discusión y elaborar leyes que sirvan efectivamente a la población, pero no se ocuparon de los problemas de la región. ¿Acaso los hemos visto, por ejemplo, a Ana María Solórzano, Juan Carlos Eguren, Marco Falconí, Justiniano Apaza, Gustavo Rondón o Tomás Zamudio, reunirse en bloque para empujar de una buena vez la grave situación del transporte público en Arequipa que el alcalde Zegarra es incapaz de resolver? ¿Cuánto de lo que ofrecieron en la elección anterior cumplieron? ¿Los hemos visto preocuparse por solucionar los problemas de su región?

Probablemente poco o nada; sin embargo, los tenemos aquí nuevamente con su cara de palo y con su habitual caparazón, buscando votitos para continuar en el Congreso; es por eso que analicemos fríamente y votemos conscientemente, porque finalmente a ellos lo único que les interesa es “no soltar la mamadera”, como decía mi abuelo.